Encaramos ya la recta final de
ésta primera temporada de The Crown, y lo hacemos con un séptimo capítulo que
toca varios temas interesantes. Veámoslos.
Lo primero que se nos presenta
es un flashback a 1940 donde vemos que la reina no recibió una educación
normal, así que sus conocimientos de cultura general son nulos. Esto es algo
que en el momento presente de la serie le lleva de cabeza, ya que se siente
inferior cuando debe tratar con hombres de estado, así que ni corta ni perezosa
se busca a un tutor para aprender aquello que debería haber aprendido de niña.
En éste marco tenemos una confrontación con su madre muy bien rodada.
Lo segundo es la inminente
jubilación del secretario de la casa real, para lo que debe ser elegido un
sucesor. Es curioso ver cómo presionan a la gente para que siga con la
tradición, y es que pese a que la reina elige al segundo en la línea, los
presiones le hacen claudicar.
Lo tercero es un tema capital
que sirve de mcguffin para otra cosa: las pruebas nucleares por parte de Unión
Soviética. Dichas pruebas desencadenan una posible reunión para negociar,
reunión que Churchill quiere que Inglaterra presida, por encima de los americanos,
a los que considera todavía no preparados para ello. Esto acaba por demostrar
que los dos hombres más poderosos del país están ya mayores, primero el
Ministro de Exteriores siendo operado de urgencia en Estados Unidos dando una
imagen bastante lamentable, y luego Churchill sufriendo dos embolias que le
ocultan a la reina.
El tema de las embolias acaba
por detonar cuando la reina se entera, y, aconsejada por su nuevo tutor llama a
los que la han engañado y les da una regañina como si fueran niños (Churchill incluido).
Dicha regañina es la mejor escena del capítulo, con un Churchill encogido
reconociendo que Isabel empieza a estar preparada como reina y que él está
mayor, pese a lo cual seguirá un tiempo más en el poder. Es un auténtico escenón.
Por lo demás la cosa tampoco
avanza demasiado. Y eso que pensaba que acabaríamos por ver al presidente
americano en un banquete que preparan para él (y al que no puede asistir). Pero
tanto el añadido del tutor como la evidencia de la edad de Churchill son
añadidos suficientes para que el capítulo esté entre los mejor valorados de la
serie (una serie bien valorada de por sí).
Otra cosa que me ha gustado
mucho y que puede ser accesorio es ver cómo se prepara el palacio para el
banquete un despliegue de medios visual impecable.
Isabel va tomando las riendas
en lo que puede, aunque se la sigue viendo inexperta y cediendo en cosas que
tenía claras (como el secretario en éste capítulo o el tema de su hermana en el
anterior). Una reina a la que también vemos con dudas sin tener claro el papel
que debe ejercer.
Termino comentando el momento
final en el que se insinúa cierta felación por parte de Isabel hacia su marido,
una muestra de que aquí no se cortan en “mostrar” los momentos íntimos de una
figura real.
Valoración Personal: 8,4.
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